De todos los pensadores que se vistieron de palabras, traigo a mi mala memoria a aquellos que exprimieron su imaginación hasta rebalsar la locura intentando descifrar al universo, y a esos otros pocos que revisaron casi en vano las mesitas de luz de las deidades, obligando a un Dios preocupado a subirse a una silla para esconder su libro de leyes en un estante cada vez más elevado, lejos de estos usurpadores, detrás de ciertas sabidurías, junto a planos de criaturas en espera de ser creados. De estos cuantos pensadores le pido a Borges que me preste por hoy unos de sus papelitos.
En papel picado se entrelazan las realidades, papelitos de colores dispersos por la historia de la humanidad, que recolectamos y unimos en un
collage, por casualidad o tenacidad, para revelar el mecanismo universal en el que elegimos creer, cualquiera sea, aún si es sólo por unos instantes, o hasta que el viento los devuelva otra vez a su escondite. Creemos porque existe la otra cara, la que ocultamos en oscuridad de obstinación; atención a toda curiosidad: es lo que se busca bajo toda máscara de fe.
-Con su permiso, ¿el papelito? Es sólo un momento.-
"El Jardín de los senderos que se bifurcan" es un cuento que propone la existencia de tantos universos como decisiones se toman, un mecanismo que divide al tiempo en una red infinita de posibilidades, entre las que nuestra conciencia se transporta en el momento en que elegimos el sendero a seguir, permitiendo que todas las otras posibilidades sigan existiendo paralelas a nuestro presente conocido.Mis piezas ya fueron encontradas, ya cercanas, ya pegadas, dibujan el jardín en el que creo. Creemos porque existe la otra cara, la que en verdad buscamos armar, la que se forma en el reverso del papel; la esperanza. Creo en que hay billones de orbes, y que al menos en uno de ellos, entre avatares, yo no reparto soledades, porque todavía la amo y somos felices.
Uno de tantos