miércoles, octubre 31, 2007

Corría sin sandalias por el ripio
sin herirse la sonrisa.
Medio niña, medio diablo,
no dejaba botón en la camisa,
ni panes sin bocado,
ni oveja en el establo
que le deba un tarascón.
¿Quién echó sal en la bebida?
¿Quién rompió la brida del caballo?
¿Quién cambió la miel por agua hervida?
¿Quién metió un gusano en el Edén?
Y en punta de pies, la muy bandida:
Fue el de siempre, madre, sabes quién.
Así se puso a caminar el tiempo
que no deja hombre con aliento
ni mujer sin condimento;
la nena se puso, digamos, buena,
y no como quería su vieja,
que tanto rebalsaba de penas.
La pasión no se frena con rejas,
se entromete por la cerradura
siempre y cuando la nena la deja
abrirse por alguno que apura
con racimos de estrellas y mares.
¡Por favor, dulzura, no pares,
que la vieja es una sepultura
cuando sueña que es feliz!

¿Quién entró esa noche, Dios me libre,
a quitarte la niñez que yo te guardo?
¿Quién fue ese bastardo semillero
que sembró un bastardito y a mí un llanto?
Y en punta de pies, como un jilguero;
El de siempre, madre, ese espíritu santo.



























Que lance la primera piedra, etcétera!

martes, octubre 16, 2007

Soneto que a nadie le importa

Desperté siendo el vándalo de mi vida;
me juego con la bravura de una carta
que escapa de su baraja en ley de Esparta
a matar al as de espada, en pos suicida.

Me compré un sólo boleto, y es de ida.
Ni la espuma de la boca de la muerte
detiene este galope, ni a su mordida
yo respeto; aunque duela no es tan fuerte.

Que la vida no baila con cualquiera,
y me he vuelto despiadado con mi sed.
No voy a ser escalera caracol,

ni una piedra de pantano, ni arpillera,
ni el retrato que se marchita en la pared
de un bastardo con zapatos de charol.


















Mitad humano

viernes, octubre 12, 2007

Vos porciento de mí

Yo era un cuerpo de hojalata
desoldado y sin tornillos.
Un disparo de culata,
un sótano con tragaluz

sin un sol que lo visite.

Hay noches que duran años
para algunos ojos huecos.
Subí a saltos los peldaños,

me armé de partes que encontré
con tu mapa del tesoro.

Lo que ves envuelve lo que soy;
Quien se pone en g
uardia en la mirada
y retumba agudo en las campanas,
quien sabe que el miedo sabe a nada,
quien da vida a este maniquí,
quien se entiende con mi alma si calla,
quien viene a sa
lvarme en bombardero
sobre el cielo gris de mis batallas,
es el vos porciento de mí.


Todavía ando embriagado
del placer de conocerte.
Estos hilos tan dor
ados
suben los quilates a mil
de los retazos que soñé.


Soy cualquier redoma de alfar
ero,
vos, el bálsamo de Fierabrás,
reina del póquer bajo mi manga,
mi musa full time, como verás.


Quien siembra de gloria los lamentos,
y cotiza en alza a
cada pena,
quien ríe a carcajadas cuando miento,
quien hizo historia de lo que fui,
quien brilla en la sombra del olvido,
quien le prende fuego a las cenizas,

quien llora por cada perro herido,
es el vos porciento de mí.


Quien se siente li
bre en cada verso
cuando sube al techo de mi boca,
quien resiste desde mi reverso
como un lienzo oculto de Dalí,
Quien jode a la muerte con su danza,
quien se apura y pone el pie en la puerta
cuando le cierro a la esperanza,
es el vos porciento de mí.























Mi firma tiene más de una tinta.
 
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