viernes, junio 27, 2008

Esta noche

La luna empezó con doblar las apuestas,
las calles florecen de luz de neón,
las veredas serán mi gran laberinto
de la casa del toro de Asterión.


No más fondos falsos que tocar.
La ruleta rusa contra el recuerdo
de la caricia perdida en tus piernas
se trata hoy de morir o matar.


Esta noche
habrá un derroche de sangre envenenada.
Esta noche hay un huérfano de dios
que sale furtivo a cazar la esperanza

que está en peligro de extinción.

Mañana se nubla el sol gris de tu boca

y el cuento termina con hubo una vez.
Que vuelen los besos llenos de tu nombre
a la sombra de alguien que tenga tus pies.


Muero porque vuelvas a llamar
antes que te condene el juez del olvido;
hoy, en el aeropuerto de mis sueños,

hay una bomba de tiempo en tu hangar.

Yo soy del teatro del ya;

yo no quiero quedar
de pelusa, de un rato,
de piedrita en el zapato,
o de vela en funeral.
Si no mueres por mí,
ya ves, te mueres sin mí.


Esta noche
hay un escote afuera de tu reino.
Esta noche soy el humo de tu casa en mi pulmón.
Esta noche trepo al monte del
delirio
con el triste orgullo de un león.

Esta noche
salgo en coche por la cal de las cornisas.

Esta noche el teléfono se desliga de tu voz.
Esta noche, cuando digas hasta luego,

yo estaré enterrado en el adiós.






"I like throwing my voice and breaking guitars
Cause it doesn't remind me of anything"

martes, junio 17, 2008

Coleccionistas

Pasé

por la lluvia de la tarde en los tejados
como un cuervo gris que se ha cansado
de sus nidos en la Torre de Babel.
Por la huella que se pierde en el desierto,
por la fría noche de los puertos
sin soltar ni un poco el timonel.

Quisiera ser una máquina de versos,
la moneda sin tu cara en el reverso.
Quisiera salir de esta sábana de hotel.

Pasé
por la cara más salvaje de la luna,
por la boca de diez lobos en ayunas
cambiando de hojas secas en abril.
Por las piedras que tiramos al estanque,
por los ojos azules del gigante
que quiso madreselvas de un jardín.

Quisiera un corazón que no te cante,
haber vivido tan sólo en el instante
que tu boca caminó por mi perfil.


Te cruzaste, gata negra, en mi camino,
cuando entré al burdel secreto del infierno
a tomar por asalto a mi destino.
Si hubiera sentido allí tu voz…


Pasé
por un trueno de galope de unicornios,
por los vidrios rotos de los manicomios,
por un globo que se olvida de volar.
Por la herida de un molino de viento,
por la aguja débil de los tiempos
hacia un faro de la noche del mar.

Quisiera no estar al final de este cuento,
ser el suspiro de mi ausencia en tu aliento,
ser el eterno aprendiz de inmortal.


Ahora, otra vez sentado en el estante
de una hermosa coleccionista de almas
que en sus blancas manos nigromantes
juega a que el amor debe vivir.

Mil almas pisan tu tierra prometida.
Aunque envenene el recuerdo de un errante
coleccionista de besos despedidas;
otra vez es hora de partir.
















Besos con anestesia.
 
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