Que los años no vengan solos

Dos vecinos
de calle melancolía
Dos cosidos
en la misma sastrería
Dos alfiles sin su reina
Dos resacas de una pena
Dos locos de extramuros
cada uno con su tema

Dos plumeros desempolvan
los acordes del placard
Dos cantores embusteros
con alma de marineros
Dos rivales del olvido
Dos ¡La puta
qué lindo es estar vivo!

Dos perdidos
perdigones de esta vida
Dos recodos
de un camino que es de ida
Dos raíces de influencia
Dos monedas de perfil
Dos motivos que me sobran
para encontrar mi mes de abril

A Rosario va este mengano
por tío Sabina y papá Nano
Rompen la noche y se dan el piro
dos pájaros de un tiro

Me voy, me voy

Como Robinson Crusoe
de metrópolis desierta,
voy perdido entre el gentío
esperando una mirada.
Hay soledades con sombrero
y una historia en cada esquina.
Queda espacio en la posada
para una golondrina.

Sopla al sur el viento
de las páginas de Borges
que hablan de una Europa
que sembraba sus lamentos.
Por los parques tan serenos
algún monsieur se arropa
para ahogarse con el whisky
de su vaso mitad lleno.

Habita siempre un adiós
rondando en las terminales,
está el sol sobre Retiro
y el rocío en dos pestañas.
Por el subte del encuentro
el corazón de una niña
se atrinchera en telarañas
por si alguien se encariña.

No sos cuento de hadas
misteriosa Buenos Aires.
Amante de concreto
que espera despeinada
Vivir con ella es imposible,
eso no es secreto,
pero verla cada tanto
son postales imperdibles.

Toda herida cicatriza
acá por Buenos Aires.