jueves, noviembre 08, 2007

Manual para desarmar a un hombre

Pesque a un hombre poderoso
de lo más fruncido de su ceño.
No ande rogando permisos a nadie;
sepa que la vida no tiene dueño,
que estamos todos invitados al baile.

Pase por agua bien fría
ese pedestal de cartón viejo.
Quítele el saco de miedo que lleva
y al Goliat que se inventa en el espejo
sin manchas de sangre entre las grebas.

Sáquele el brillo de los zapatos,
la tinta azul de su lapicera,
arme capirotes para patos
con el papel de su billetera.

Ponga en fuego lento al águila de roma,
al anillo del papa, a las coronas,
a la piedra que rodea al corazón,
al título que se cuelga de su nombre,
al ahogado poderío de un doblón,

a la falda muerta en que se aferra,
a la oratoria en pie de guerra,
a los tanques, al respeto de barniz.
Puede dejarle los bigotes;
la hombría no es un pelo de nariz.

Ya ve, al higo desnudo que marchita,
que se cubre la piel de las costillas,
esos huesos de mimbre con termitas
esa caricatura en carne y arcilla,
esa pestaña a punto de caer…

Ese cuerpo que cuelga de una cabeza
y respira enfermo entre dos nadas,
esa mosca sin alas en la mesa,
esa sal de huesos dispersada,
ese boleto de ida hacia el ayer…

Ese cruel muñeco con pronombre
es todo el poder que alberga un hombre.
























What a wonderful world

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