Qué se siente -que lo diga él sólo- ese frío de aliento de otoño a la mañana siguiente de un desvelo de algodón envuelto en mi camisa del hombre feliz.
Qué se siente- que lo diga él sólo- que esa piel blanca de arena
le hiciera camino al exilio, al desierto y sus penas.
Con su hilo de voz se pregunta qué dios le abrió en dos tal escote esa noche.
Qué se siente- que lo diga él sólo- que el recuerdo más preciado le hiciera la vida ya toda descenso, ya toda ceniza, ya sol desvelado.
Qué se siente la carne después del Edén de sus labios, de las sábanas despeinadas a las mesitas de luz inundadas de sus burlones resabios.
¿A qué saben -que él se responda- las noches desnudas
después de esa miel de origen divino?
Qué invierno los besos después de beberse uno de esos.
Qué sequía son otras cinturas después de ese exceso.
Ya es memoria de un sueño. De vuelta en los suelos, sólo le queda el secreto sombrío que la memoria le guarda en cada uno de sus abrazos, ahora tan mortales.
...tan mortales.
Mañanas de ayer
lunes, enero 15, 2007
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1 comentario:
Por lo menos queda la memoria...
La vida ya no es la misma despues de probar lo que solo los dioses tienen y que llego a vos casi por casualidad. y asi como llega se va..dejandote vacio para siempre.
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